Y asi aconteció........ Sayonara pasó a formar parte del grupo. Los días transcurrían sin novedad y los chicos jugaban en recreo a las escondidas y al "topao". Ya no importaba si los profesores la consentian, le ponían buenas notas sin merecerlas, o si no le revisaban las tareas. Eso paso a segundo plano, ahora un extraña sensación, hasta ahora desconocida por ellos, cual impostor al acecho. les laceraba el corazón. A nadie podian confiarle este sentimiento, ni siquiera entre ellos conversaban de la advertencia de sus padres. Era muy peligroso y ponía a todos en un compromiso. Así nació la desconfianza y sin quererlo una barrera se abrió entre ellos.
Sayonara no solo tenía privilegios en la escuela, era hija única y sus padres la complacían en todo. Nunca repetía el mismo vestido o zapatos y tenía una colección de no menos 500 muñecas de porcelana. La fragancia de lavanda, esa que hacía que muchos estornudaran era preprada especialmente para ella y traída desde Provenza, Francia. Su figura regordeta se debía a los excesos en la ingestión de dulces y bombones fínisimos que su tío le obsequiaba. Sus antojos eran órdenes, por eso cuando se antojó de que Maria Eugenia, una de sus compañeras de clase, se pasara el fin de semana en su casa a nadie tomó por sorpresa.
El Chevrolet Belair negro placa oficial 003 se estacionó delante dela casa de Maria Eugenia y un guardia con ametralladora escoltó a Sayonara hacia la puerta de entrada. Maria Eugenia tenía 12 años, era hija de un capitán de ejercito quien no podía negarse a que su hija fuera a pasarse el fin de semana donde los Beltrán. Esto hubiera significado un desplante a la sobrina del Dictador y esto era inconcebible. No tuvo más remedio que darle permiso, haciéndole las observaciones de lugar. "Portate, bien, y se obediente con los padres y la abuela de Sayonara", le exhortó mientras le daba un beso en la mejilla. Lejos de su mente estaba que ése fin de semana marcaría la fecha en que la vida de su hija cambiaría para siempre.
continuara....